ARTÍCULO DE OPINIÓN
COLECCIÓN RENACIMIENTO
Cirugía coronaria: ¿Con o sin circulación extracorpórea?
Coronary bypass graft surgery: With or without pump
Dr. Ángel Manuel Paredes Cordero1
1Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular. ICCCV. La Habana, Cuba.
Correspondencia: Dr. Angel Manuel Paredes Cordero. Departamento de Cirugía Cardiovascular, Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular. 17 esq. Paseo. Vedado, Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba. CP: 10400. Correo electrónico: aparedes@infomed.sld.cu
La cirugía de revascularización miocárdica (CRM) comenzó a realizarse de forma regular a partir de 1960. En breve tiempo fue aceptada como un adecuado método de tratamiento porque lograba aliviar el dolor anginoso y mejorar la expectativa de vida en subgrupos de pacientes con enfermedad coronaria severa.1, 2
Los resultados de la CRM, evidenciados en una serie creciente de estudios randomizados, la han convertido en el proceder quirúrgico más practicado y evaluado en el mundo.3
Con el de cursar del tiempo las técnicas de CRM se han perfeccionado y refinando, lo que ha permitido una disminución de la mortalidad hospitalaria de 2,8 a 1,6 por ciento y una reducción de los riesgos operatorios en un 43 por ciento.1, 4
La CRM desde sus inicios fue realizada con el apoyo de la circulación extracorpórea (CEC) y la inducción de parada cardííaca mediante el pinzamiento aórtico y el uso de soluciones cardiopléjicas ricas en potasio—, método que permite un excelente acceso a las arterias coronarias epicárdicas, y disponer de un campo quirúrgico exangüe, lo que facilita realizar con precisión las anastomosis de los injertos aortocoronarios.5
Con el afán de evitar los efectos deletéreos derivados del uso de la CEC y del pinzamiento aórtico necesario para inducir la parada cardíaca, y apoya-dos por el desarrollo tecnológico de dispositivos que facilitan la estabilización miocárdica de la zona quirúrgica y la movilización cardíaca, un grupo de cirujanos a partir de mediados de 1990 comenzaron a practicar la CRM con el corazón latiendo sin el uso de CEC de forma rutinaria.6
Los defensores de esta modalidad de CRM sin CEC argumentaban que técnicamente era posible su realización e igual de segura, comparada con la cirugía tradicional. Al evitar el uso de la CEC, el pinzamiento aórtico y la parada cardíaca, su superioridad estaría dada por la disminución de la res-puesta inflamatoria sistémica7 y del consiguiente daño multiorgánico, por el menor riesgo de daño miocárdico transoperatorio,8 de accidentes cerebrovasculares9,10 y de otros eventos de embolismo sistémico, así como la reducción de la reposición de sangre.
Al publicarse los primeros resultados de la CRM sin CEC, se evidenció que el número de anastomosis realizadas por la mayoría de los grupos quirúrgicos eran menores a las logradas por la cirugía convencional y los injertos menos duraderos, elementos estos, que unido a la necesidad de transitar por una exigente curva de aprendizaje y entrenamiento han sido utilizados por los detractores de este método para intentar desacreditarlo.6
Shroyer y colaboradores6 publicaron en noviembre de 2009, los resultados del estudio ROOBY, en el que evaluaron el comportamiento de la morbilidad y mortalidad a los 30 días y al año, así como la permeabilidad de los injertos aortocoronarios, en 2 203 pacientes programados para CRM con o sin CEC de febrero del 2002 a mayo del 2008.
Al año de seguimiento los pacientes revascularizados sin CEC tuvieron los peores resultados y la menor permeabilidad de los injertos. No se evidenciaron diferencias significativas con relación a complicaciones neuropsicológicas.
Estos resultados han sido fuertemente cuestionados por varios grupos quir&uoacute;rgicos, porque la mayoría de las cirugías sin CEC fueron realizadas por cirujanos inexpertos, incluyendo residentes, evidenciado por la necesidad de conversión del 12,4 por ciento a cirugía con CEC, cinco veces lo reportado en el registro de la Sociedad de Cirujanos Torácicos.11,12
No es aceptable que los beneficios esperados de la CRM sin CEC fueran desacreditados por los resultados de un ensayo donde se conoce la existencia de una enorme asimetría con relación a la experiencia de los grupos quir&uoacute;rgicos actuantes.11
Lamy y colaboradores,13 dieron a conocer en abril de 2012 los resultados del ensayo clínico CORONARY, bajo la hipótesis de que la cirugía sin CEC podría reducir la ocurrencia de eventos a corto plazo y que dicho beneficio se mantendría a largo plazo, 30 días y 5 años respectivamente.
Para ello, fueron aleatorizados 4 752 pacientes con indicación de CRM, en 79 hospitales de 19 países, de noviembre del 2006 a octubre del 2011. De ellos 2 375 fueron asignados a CRM sin CEC y 2 377 a cirugía con CEC. Un aspecto importante en el diseño, fue la exigencia de que los cirujanos participantes debían tener más de dos años de experiencia y haber realizado más de 100 intervenciones quirúrgicas, con o sin CEC.
Como resultado se reportó que no hubo diferencias entre CRM con o sin CEC, con respecto a mortalidad, ictus, infarto de miocardio e insuficiencia renal que precisó diálisis a 30 días (9,8%, vs. 10,3%, hazard ratio, 0,95; IC 95% 0,79 - 1,14; P=0,59).
La CRM sin CEC redujo la necesidad de transfusión de hemoderivados (50,7% vs. 63,3%; riesgo relativo, 0,80; IC 95% 0,750,85; P<0,001), reintervención por sangrado (1,4% vs. 2,4%, riesgo relativo 0,61; IC 95% 0,400,93; P=0,02), complicaciones respiratorias (infección/distress 5,9% vs. 7,5%, RR 0,79, IC 95% 0,630,98) y de daño renal agudo.
Sin embargo, incrementó el riesgo de nuevas revascularizaciones (0,7% vs. 0,2%, RR 4,01, IC 95% 1,3412,0), así como la estancia hospitalaria. En el grupo de CRM sin CEC, se realizaron menos injertos (3,2% vs 3,0%, P<0,001) y la tasa de revascularización incompleta fue superior (11,8% vs. 10,0%, P=0,05).
No hubo diferencias en cuanto al ictus entre ambos procederes; cuando lo esperado sería que su incidencia fuera menor en la CRM sin CEC porque evita la canulación aórtica.
Lamy y colaboradores14 recién revelaron los resultados del seguimiento al año de los 4 752 pacientes involucrados en el estudio CORONARY antes referido.
No encontraron diferencias estadísticas significativas en relación con la ocurrencia de muerte o eventos clínicos mayores (IMA no fatal, ictus, o insuficiencia renal que precisaran diálisis), al año entre los operados sin o con CEC (12,1% y 13,3%, respectivamente; hazard ratio con CRM sin CEC, 0,91; 95% confidence interval [CI], 0,77 to 1,07; P=0,24).
Tampoco se evidenció diferencias durante el período de 31 días al año (hazard ratio, 0,79; 95% CI 0,55 a 1,13; P=0,19). La tasa de reoperación en esta oportunidad fue de 1,4 por ciento para los operados sin CEC y de 0,8 por ciento para los intervenidos con CEC (hazard ratio, 1,66; 95% CI, 0,95 a 2,89; P=0,07), no hubo diferencias al año entre ambos métodos con respecto a la calidad de vida y la función neurocognitiva.
Diegeler y colaboradores15 publicaron los resultados de un estudio randomizado (OffPump versus OnPump CoronaryArtery Bypass Grafting in Elderly Patients) en el que comparan la ocurrencia de muerte, ictus, infarto del miocardio, reoperación o disfunción renal con necesidad de diálisis a los 30 días y al año, en 2 539 pacientes revascularizados sin o con CEC de 75 años de edad o más.
No encontraron diferencias estadísticas significativas relacionadas con la ocurrencia de muerte o eventos mayores entre los operados sin o con CEC a los 30 días (7,8% vs. 8,2%; odds ratio, 0,95; 95% CI, 0,71 a 1,28; P=0,74).
La necesidad de reoperación fue más frecuente entre los intervenidos sin CEC (1,3% vs. 0,4%; odds ratio, 2,42; 95% CI, 1,03 to 5,72; P=0,04). A los 12 meses no hubo diferencias entre ambos métodos de tratamiento (13,1% vs. 14,0%; hazard ratio, 0,93; 95% CI, 0,76 a 1,16; P=0,48)
COMENTARIO:
Los resultados de tales ensayos clínicos pudieran ser utilizados por una parte de la comunidad cardiovascular como argumentos para excluir de la práctica rutinaria la cirugía coronaria sin CEC.
Sin embargo, las complicaciones neurológicas en la cirugía cardiovascular, por referirnos a solo uno de los eventos adversos mayores, están bien documentadas en la literatura.16
A pesar de los avances en las técnicas anestésicas, quirúrgicas y de circulación extracorpórea, el daño neurológico es la complicación iatrogénica más frecuente de la cirugía de revascularización. 17 Ocurre entre un dos a un nueve por ciento de los pacientes operados, 18,19 a causa de micro o macro embolismo de aire, fragmentos de grasas o ateromas procedentes y como consecuencia de la manipulación de la aorta,20,21 que incrementarían la morbilidad, la mortalidad, los costos y la estadía hospitalaria.18, 22
Los eventos de hipotensión, anemia, inestabilidad hemodinámica con hipoperfusión cerebral como consecuencia de bajo gasto cardíaco y la enfermedad carotidea coexistente aumentan de forma importante la ocurrencia de los mismos.20, 23
La edad avanzada es un factor de riesgo independiente, sobre todo en octogenarios, de sufrir daño neurológico postoperatorio.19, 24
El tiempo de CEC está asociado a mayor incidencia de ictus. Tiempos por encima de 114 minutos para unos y de 200 minutos para otros incrementan hasta 4,5 veces el riesgo.25, 26
La disminución de las complicaciones neurológicas con el uso de la cirugía sin bomba aun es controversial, sin embargo muchos estudios han demostrado que la cirugía sin CEC puede reducir potencialmente las mismas.27,30
En una larga revisión de 10 años de cirugía sin CEC, Trehan y colaboradores31 observaron una reducción de complicaciones neurológicas en 0,76 por ciento, datos similares fueron publicados por Engelman y colaboradores32 en un estudio que enroló a más de 35 000 pacientes.
La CRM sin CEC, aun cuando no es necesario canular la aorta, no evita totalmente su manipulación, porque con frecuencia precisa de pinzamiento parcial para la colocación de injertos venosos que complementan el proceder, hecho que explicaría el por qué para algunas series no se evidencia diferencias significativas con relación a complicaciones neurológicas en pacientes operados con o sin CEC.
Solo con la práctica de técnicas de revascularización con injertos secuenciales y compuestos de arterias mamarias con otros hemoductos, arteriales o venosos, sin tocar la aorta (aorta no touch) en pacientes operados sin CEC, se puede reducir de forma impactante las complicaciones neurológicas, lo cual está bien avalado por las publicaciones de Kobayashi J. y colaboradores,33 LevRan O. y colaboradores 34 y Volkmar Falk,35 entre otros investigadores.
Es cierto que en los ensayos antes referidos, el de Lamy y colaboradores (CORONARY Trial, resultados a 30 días y al año) y el de Diegeler y colaboradores (OffPump versus OnPump CoronaryArtery Bypass Grafting in Elderly Patients), no se evidencian diferencias significativas entre los grupos de pacientes revascularizados con o sin CEC, con respecto a mortalidad y eventos adversos mayores. Pero en ningún caso se describe la utilización de técnicas de cirugía ’aorta no touch”, que de por sí, representarían una importante diferencia de eventos mayores postoperatorios.
Consciente de que la CRM sin CEC constituye técnicamente un reto quirúrgico, compartimos el criterio expresado por Puskas y colaboradores,36 que realizada por un equipo experimentado, es un tratamiento igual de eficaz y de mayor seguridad perioperatoria que la CRM con CEC, en el tratamiento de la enfermedad coronaria, sobre todo cuando se realiza con técnicas de ”aorta no touch”, en tanto prescinde del uso de la CEC, la manipulación de la aorta y de las complicaciones que de ella se pudieran derivar.
Consideramos que este método debe ser utilizado como una importante herramienta para la cirugía de revascularización miocárdica, sobre todo en pacientes de alto riesgo de complicaciones postoperatorias y muerte.
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Recibido: 25 de marzo de 2013.
Aceptado: 15 de abril de 2013.
Los artículos de opinión publicados en la Revista Cubana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular expresan los puntos de vista de los autores y no necesariamente representan los criterios de la Revista o de la Sociedad Cubana de Cardiología.
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